Antaño ocupada por los monjes cistercienses de Clairvaux, la sede de la casa comprende unas maravillosas cavas abovedadas del siglo XII. Remontando a un pasado más cercano, el árbol genealógico de la Familia Drappier toma sin embargo sus raíces en el silo XVII, con el nacimiento de Rémy Drappier en 1604 quien deviene como Nicolas Ruinart, marchante textil en Reims. Su nieto Nicolas (1669-1724) es procurador de Louis XIV. Hay que esperar a 1808 para que uno de los ancestros de la casa, François se instale en Urville y comience a explotar un viñedo, que hoy se extiende sobre 55 ha, sin contar con los contratos-asociación en la Côte des Bar, la montaña de Reims y la Côte des Blancs. En Urville, a principios de los años 1930, el viñedo levanta bruscamente apasionantes debates. El sucesor de la época, Georges Collot, abuelo materno de Michel, el actual dirigente de la casa, es el primero que decide replantar la Pinot Noir en la zona…Su decisión provoca risas y se le comienza a llamar « Padre Pinot ». Esta cepa representa alrededor del 70% del viñedo Drappier y más de las tres cuartas partes del cultivo del terruño de la zona… La historia no ha dado la razón a los que reían. D’après « Champagne, le plaisir partagé », Eric Glâtre, Edition HOEBEKE, 2001 (Reedición 2008) . En 1952, André y Micheline Drappier lanzan la cuvée Carte d’Or con su reconocible etiqueta amarilla. Una evocación a la gelatina de membrillo, fruta amarilla que se encuentra en algunas notas aromáticas en cada botella. Después de la helada histórica de 1957 (95% de la cosecha destruida), André introduce la Pinot Meunier, más resistente a los fríos primaverales. Es por lo tanto una cuvée Drappier 100 % Pinot Noir la que seducirá al General de Gaulle en 1965 para su consumo familiar en Colombey-les-deux-Eglises. En 1968, Micheline tiene la idea de crear un Champagne Rosé. Será 100% Pinot Noir también en botella blanca, todavía un toque femenino único en esta época. Cuarenta años más tarde el Drappier Rosé tiene un gran éxito que lo conduce al Eliseo. Después de 1979, Michel Drappier dirige las vinificaciones mientras que André, con sus 65 vendimias, mantiene un ojo vigilante sobre el viñedo que cubre hoy mil « hommées », 55 ha, en propiedad y 50 ha en contratos asociados. En 1988, profundas cavas excavadas en la caliza de Reims bajo Napoleón III, se unen a la propiedad familiar para albergar las grandes cuvées. Después, tres jóvenes brotes nacidos de Michel y Sylvie, Charline en 1989, Hugo en 1991 y Antoine en 1996, representando la octava generación sobre la propiedad. Doscientos años de incertidumbres climáticas y económicas no han alterado la pasión de una familia de la Champagne enraizada en esta tierra mil veces trabajada. La vieja cepa donde corre la maravillosa savia, los sarmientos que traen los frutos y los jóvenes brotes, frágiles pero llenos de promesas, les agradecen su fidelidad en el transcurso de estos dos siglos y les desean, camino hacia el tricentenario, disfrutar los numerosos buenos ‘millésimes’.
Hace cerca de 2000 años, los galo-romanos plantaban viñas en la colina de una villa que se convertirá en Urville en la Edad Media. Hay que esperar al año 1116 para que San Bernard, llegado de la Abadía de Cîteaux cerca del Clos Vougeot, reorganice el viñedo. Él importa de Bourgogne el Morillon Noir, ancestro del Pinot, y hace construir varias bodegas, una de ellas en Urville, anexa de Bavin-Saint Eulalie en 1152. Todas estas propiedades son recompradas a la gran Abadía de Clairvaux fundada por el Santo Hombre que repercutirá en toda la Europa medieval. A su muerte en 1153, la producción de vino está cerca de 600 000 litros, principalmente expedidas en barricas pues el vidrio era raro y caro en la época. Los vinos llamados : Vinos de Bar, son apreciados por los Condes de Champagne y en Paris después de ascender al Aube y al Sena a bordo de buques mercantes.
Después de la Revolución francesa, Napoleón transforma la Abadía de Clairvaux en prisión. Las cavas de Urville se convierten en presbiterio del pueblo en el siglo XIX. La Familia Drappier instalada en copropiedad con estas bodegas, las compra y se instala después de la Segunda Guerra Mundial. Ellas albergan hoy algunos grandes ‘millésimes’ y las más grandes botellas, orgullo de la casa. Asentada en la comuna de Urville, Champagne Drappier es una de las bodegas más prestigiosas del sur de la región de Champagne. Pese a ser fundada en 1808, las primeras plantaciones de su viñedo datan de la época galo-romana, hace 2000 años y sus cavas fueron construidas en 1152 por San Bernard, quien fuera fundador de la abadía de Clairvaux. En la actualidad, Champagne Drappier posee 55 hectáreas de viñedo y controla otras 50 gracias a acuerdos con viticultores locales. La casta dominante de los cultivos es la pinot noir. Es precisamente el empleo de esta variedad la principal seña de identidad de la casa, junto a una elaboración que apuesta por una mínima dosificación. El poco licor de expedición que reciben sus champanes suele ser un vino envejecido en barricas durante más de 10 años, lo que les aporta complejidad y longitud. El resultado es un estilo bien diferenciado distinguido por la autenticidad y la búsqueda de lo natural.
La viña fue plantada por primera vez en Urville por los Galo-Romanos hace 2000 años, y fue San Bernard, fundador de la Abadía de Clairvaux quien hizo construir nuestras cavas en 1152. Siete siglos más tarde, en 1808, es entorno a este testimonio medieval, magníficamente conservado, donde duermen las ‘cuvées’ de excepción, que fue creado el dominio familiar dirigido hoy por Michel Drappier. Tierra de acogida del Pinot Noir, uva que « corre por nuestras venas », es en Urville donde fue plantado nuestro primer viñedo, cultivado según los principios bio y natural. Como « archivos » de la larga historia de nuestra casa, continuamos igualmente cultivando cepas olvidadas, y por lo tanto, inolvidables : Arbane, Petit Meslier y el Blanc Vrai. Hoy, a la excelencia sofisticada a veces superficial, nosotros preferimos la autenticidad y lo natural. Gracias especialmente a un bajo nivel de azúcar en el licor de expedición y a un uso extremadamente moderado de sulfitos, la ‘cuvée’ Brut Nature Sans Soufre es el resultado, queremos poner en relieve las múltiples facetas de nuestros terruños y de nuestras vinificaciones.